1.7. Socialismo y contracepción

Entre las grandes individualidades femeninas que enriquecieron el ideario socialista, no se puede olvidar a Margaret Sanger fue la fundadora del movimiento en pro del control de la natalidad en Norteamérica. Sus escritos y discursos difundieron la necesidad de un control de la natalidad -fue ella quien acuñó este término y abrieron un camino para discutir este tema que hasta entonces había sido tabú. A diferencia de su contrapartida inglesa, Marie Stopes,* quien al principio buscó una satisfacción dentro de unos matrimonios convencionales y más bien acomodados, la prolongada campaña de Margaret Sanger en favor del control de la natalidad surgió de una experiencia directa en las necesidades de las familias pobres y de las madres obreras. Nació Margaret, de soltera Higgins, en Corning, Nueva York, en 1883, en una familia de once hermanos.
En 1900, Margaret se casó con el arquitecto William Sanger. (Más tarde se divorció de él y en 1922 volvió a casarse, pero, como Maríe Stopes, conservó el nombre de su primer esposo por razones profesionales.) Después de nacer su segundo hijo, trabajó como enfermera de maternidad en la parte baja del East Side de Manhattan, donde presenció los resultados de unos índices de natalidad sin control alguno; elevada mortalidad infantil y materna, y tremendas presiones psicológicas. Después de morir una joven entre sus brazos a causa de los efectos de un aborto que se había infligido a sí misma, Margaret Sanger decidió emancipar a las mujeres del embarazo no deseado. Fundó su revista The Woman Rebel (más tarde llamada Birth Control Review) en 1914, y empezó a dar publicidad a la anticoncepción a través de esta publicación y también de su folleto Family Limitalion. Acusada de obscenidad bajo la ley Comstock de 1873, se vio constantemente acosada por las autoridades (y por el propio Comstock, mientras éste vivió) y, tras inaugurar en 1916 la primera clínica de control de natalidad en Estados Unidos, pasó 30 días en la prisión.
Al cabo del tiempo, la publicidad que su mismo acoso le concedió le valió también el obtener numerosos apoyos. Fundó la American Birth Control League en 1921, en cuya fecha contaba ya con la ayuda de personas muy destacadas, entre ellas su amigo, el librepensador Havelock Ellis... Organizó la primera Conferencia de Población Mundial en Ginebra en 1927, y fue elegida primera presidente de la International Planned Parenthood Federation (1953). En 1936, la ley Comstock fue modificada para permitir a los médicos la prescripción de anticonceptivos. Su visión sobre el control de la natalidad se había difundido ampliamente y, al igual que Marie Stopes, se dedicó a trabajar por esta causa en los países de población excesiva. Margaret murió ya longeva en 1966 en Tucson, Arizona, y su historia ha dado lugar a diversos telefilmes (1) en los que se tiende a ocultar sus ideales socialistas iniciales.
Recordemos que el movimiento de liberación femenina comenzó en realidad -en serio, como movimiento de masas- en la segunda mitad del siglo XIX, y tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña estuvo estrechamente asociado con la pugna por el sufragio femenino. Éste fue conseguido en EUA en 1919 y en Gran Bretaña en 1928, gracias sobre todo a los esfuerzos de feministas como Elizabeth Cady Stanton, Susan B. Anthony y Emmeline Pankhurst, que además se preocuparon por otros derechos fundamentales, tales como la igualdad de salarios, la coeducación y la enseñanza superior para las chicas, los derechos de las mujeres sobre los hijos, así como sobre la propiedad y los salarios. A partir de estos comienzos, la lucha se amplió para incluir el control de natalidad y la igualdad en la vida profesional. En la década de 1960, apareció una nueva dimensión: la “igualdad sexual”. El movimiento feminista trata de cambiar ideas arraigadas hasta hoy y pregona lo que las mujeres son capaces de hacer, y cómo deben comportarse para emplear todo su potencial como seres individuales provistos de talentos propios y de unas particulares necesidades sexuales.
Se trata de un movimiento que tiene unos negadores fanatizados; personas de uno y otro sexo temerosas de que la liberación signifique negligencia en la crianza de los hijos y unos matrimonios inestables (o incluso la no existencia del matrimonio), y hombres que no desean competir con mujeres en lo tocante a dinero, empleos o poder, gente a las que nunca les ha importado la miseria ni la opresión social, legiones como la Iglesia católica que ha bendecido guerras y santificados conquistas coloniales como es público y notorio en Portugal donde durante a lo largo de casi todo el siglo XX (1911-1974), fue el principal soporte de la dictadura de Salazar, uno de los principales aliados del bando militar-fascista español, una ayuda clave al menos en los inicios de la guerra española....
Muchos de estos oponentes no comprenden (o no quieren comprender) que el movimiento presenta dos vertientes, pues si las mujeres tienen libertad para elegir su propio papel, ya sea éste el de madre y ama de casa o el de ganarse el pan (o una combinación de ambos), lo mismo les ocurre a los hombres. Aquellos hombres que están cansados de cargar con la responsabilidad, de ganar el dinero, de no ver nunca a sus hijos, de actuar agresivamente y, en general, invitar a la úlcera de estómago y al infarto, se beneficiarán de esta distribución de la carga entre los dos sexos. Como nos decía Percy B. Shelley, el hombre no puede ser libre mientras oprima a la mujer.
Si existe una cuestión primordial en el tema de la liberación femenina es que los hombres asuman el feminismo con todas las consecuencias y con todas las de la ley...Una batalla social tan importante como la primera, y en la que nuestra izquierda institucional, en el mejor de los casos, no va más allá del discurso moralizante, en tanto que para buena parte de la izquierda insumisa sigue siendo una asignatura pendiente. Por eso resulta importante la labor de explicación, la agitación y la propaganda.

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