10.2. Las políticas antinatalistas de neocolonialismo

Richard Nixon fue el primer presidente que envió un mensaje directamente al Congreso pidiendo aún fondos mayores para los programas de población, y en 1970 infundió nueva base designando a la ahora famosa Comisión sobre Crecimiento de Población y el Futuro de América, bajo la presidencia de John Rockefeller III, fundador del Consejo de Población y un decidido miembro del movimiento antinatalista. La comisión, cuyos miembros y directivos eran esencialmente del mismo cuño, lanzó sus disparos sobre un montón de frenos de población – aborto gratis sobre demanda, educación sexual, más fácil esterilización voluntaria, y solicitación pública a los adolescentes para adoptar contraceptivos. En su carta con la que transmitía el Informe de la Comisión al Congreso, Rockeffeller decretaba que como un adicional crecimiento de población no ayudaría a intereses nacionales esenciales como “la vitalidad de los negocios”, sería mejor detenerlo.
El presidente Nixon recibió el informe con lo que el Instituto Guttmacher describió como “reserva”. El presidente, en efecto, repitió su oposición al aborto y a la provisión de contraceptivos a menores, e ignoró sus otras recomendaciones.
Pero el mismo año, 1970, sin esperar el Informe de la comisión, un Congreso impaciente promulgó la enmienda al Título X el Acta de Servicios Públicos de la Salud, Acta de Servicios de Planificación Familiar e Investigación de Población, y autorizó 382 millones de dólares para un programa de tres años. Había llegado el vehículo para la mayor financiación continuada del control de nacimientos.
A través de su batería de legislación, el Congreso mantuvo el programa más amplio del mundo de control de nacimientos financiado públicamente, tanto en la nación como en el exterior, y emprendió el 90 por ciento de la investigación mundial sobre población y planificación familiar.
El soporte para la legislación, junto con los discursos de apoyo, estuvo basado en los materiales suministrados al Presidente y Congreso por Planned Parenthood y su brazo de investigación, el instituto Alan Guttmacher. Aunque el programa nacional se asignó a administrar por una Oficina de Asuntos de Población, del Departamento de Salud, Educación y Bienestar, con su correspondiente oficina en el Departamento de Estado para los programas exteriores, estos programas han crecido tan amplia y complejamente y se han dispersado por muchas partes de la burocracia federal, que ninguna agencia parece saber qué se está haciendo o cuánto dinero está implicado. Por ejemplo, la Population Reference Bureau, que tiene muchos intereses en el importe de su financiación masiva, estimó que en el ejercicio de 1975 el Departamento de Salud, Educación y Bienestar proporcionó 201 millones de dólares para programas organizados de planificación familiar. Pero el propio Departamento informó sólo de 148 millones al Comité del Estado de Trabajo y Recursos Humanos. Estimaciones recientes, pero en absoluto totales, de la Oficina de Contabilidad General muestran que las obligaciones del Departamento de Salud y Servicios Humanos, para las seleccionadas categorías de actividades de planificación de familia e investigación de población, ascendieron en 1984 a 600 millones de dólares.
Cualquiera que sea la cuantía de los gastos, el programa mete pie en una marisma de agencias públicas y sobrepasa los esfuerzos combinados de todos los demás países. Aún así, como muchos otros gastos del gobierno implican condiciones – sumisión de una u otra forma a la planificación familiar – la fuerza del movimiento pesa más que el dinero directamente implicado. Por ejemplo, la ley federal exige que a estas personas que reciben asistencia pública financiada federalmente, “incluidos menores que puedan considerarse sexualmente activos”, se deban ofrecer servicios de planificación familiar. Las declaraciones personales de los receptores de ayuda indican que muchos de ellos creen que para recibirla deben practicar el control de nacimientos, aunque la ley establece que la aceptación será “voluntaria… y… no… un prerrequisito para… cualquier otro servicio”.
Además de esta batería de legislación, al ley federal exige que las organizaciones de mantenimiento de salud proporcionen servicios de planificación familiar y, las leyes de los Estados están llenas de implicaciones con proyectos de planificación familiar, variando desde la educación sexual en escuelas a la esterilización, aborto, y “criba genética”.
La Population Reference Bureau informa que los objetivos de la planificación familiar asistida federalmente, como se estableció por el Presidente Jonson, han sido sustancialmente alcanzados. Para esa fecha, el 95 por ciento de todos los municipios de los Estados Unidos habían financiado públicamente servicios de planificación familiar, el 5 por ciento restante estaban asentados dispersamente y tenían pocas mujeres de bajos ingresos económicos.
Pero el Congreso, de nuevo reaccionando a las persistentes presiones antinatalistas, continuó su expansión y financiación, especialmente durante la administración Cárter.
En 1977, en el Acta de Incentivos de Educación de Carreras, el Congreso presentó a los nuevos educadores de sexo y controladores de nacimientos el deseo más querido de sus corazones – fondos para “la eliminación de prejuicios y “estereotipos”… a cuenta de raza, sexo, edad, status económico, o desventaja”. Autorizó subvenciones que permitieran a los Estados integrar la educación de carreras en los programas regulares de educación ofrecidos en las escuelas elementales y secundarias, empleando “tal personal como sea necesario” para eliminar el dicho “estereotipo”. Tales subvenciones, por supuesto, son cruciales a un sistema de escuela pública que perdió unos 3 millones de alumnos debido a la disminución de nacimientos, combinado con la desbandada a las escuelas privadas durante los años 70. Las subvenciones “anti-esterotipo” garantizan que todos los materiales escolares se seleccionarían para apoyar las enseñanzas ideológicas de los controladores de nacimientos y educadores de sexo gubernamentales – pintando mujeres con pesados sombreros o togas de juzgado, y hombres con delantales de cocina sosteniendo bebés.
En 1978, el Congreso entró más en el control público de la reproducción. Entonces el libre acceso al control de nacimientos no era suficiente, el gobierno tenía realmente que “evitar los embarazos prematuros y repetidos…” En el Acta sobre Embarazo Adolescente de 1978, en palabras inspiradas por el Instituto Guttmacher, el Congreso declaró que “el embarazo y parto entre adolescentes… produce frecuentemente consecuencias adversas severas de salud, economía y sociales” y que la política federal debía multiplicar la prevención de tales embarazos. Mucho más lejos que las simples “clínicas de planificación familiar “, el acta dictó el uso “hasta la máxima medida posible” de “centros de cuidado de salud… centros de niños y jóvenes, centros de salud maternal y del niño, instalaciones de salud rural regionales, programas escolares y otros educativos, programas de nutrición, programas de recreo…” – en resumen, la movilización de toda la estructura nacional de salud, bienestar, y recreo de la nación para evitar el embarazo adolescente.
Aún no satisfecho, en el mismo año el Congreso promulgó el Acta de Educación de Población, autorizando fondos federales para el desarrollo y provisión de educación de población en las escuelas elementales y secundarias. La educación de población se inyectó en “un amplio abanico de campos sometidos tales como geografía, historia, ciencia, biología, estudios sociales, y economía del hogar”. Se autorizaron adicionales subvenciones para desarrollo de planes de estudios, enseñanza de maestros, y una “agencia distribuidora” nacional de educación de población en el Instituto Nacional de Educación. Ello dio adicional empuje a la ofensiva de organizaciones tales como la Population Reference Bureau para implantar en las escuelas su ideología de sobrepoblación. La P. R. Bureau estuvo entonces en la postura feliz de recibir subvenciones para producir materiales que las escuelas pagarían por usar.
Los programas extranjeros de control de población operados por los Estados Unidos son aún más francamente antinatalistas que sus afines nacionales. Bajo los términos de las Secciones 102 y 104 (d) del Acta de 1978 sobre Desarrollo Internacional y Asistencia de Alimentos, todo el programa de ayuda exterior debe ajustarse para alentar familias más pequeñas en todos los países que reciben ayuda U.S.A. Las asignaciones U.S.A. explícitamente diseñadas para asistencia de población en el exterior ascendieron a 185 millones de dólares en 1980, 290 en 1985, y 230 en 1987. Implícitamente, por supuesto, toda la cantidad gastada en ayuda exterior – 12.000 millones de dólares en 1985 – está contaminada por la ideología antinatalista.
En “tandem” con su éxito en los Estados Unidos durante las décadas de los años 60 y 70, los activistas antipoblación americanos hicieron progresos en las Naciones Unidas y el Banco Mundial. El Fondo para Actividades de Población de las naciones Unidas, la UNICEF (Fondo de Niños de las Naciones Unidas), la Organización de Alimentos y Agricultura y la Organización Mundial de la Salud, combinaron sus fuerzas para reducir la fertilidad mundial, concentrándose en las naciones menos desarrolladas. El Banco Mundial, bajo la dirección de Robert McNamara, llegó a estar fervientemente comprometido a la causa gubernamental de control de población. En conjunto las agencias gastaron cientos de millones de dólares, especialmente proporcionadas por el gobierno U.S.A., para disminuir la población.
En 1973 las Naciones Unidas anunciaron sus planes para “1974, Año de Población Mundial”. El acontecimiento de los medios de fiesta – de muchos millones de dólares – fue reforzado por un sinfín de conferencias en el país. Un río de Boletines de noticias y sobre el Año de Población, especialmente preparados para la ocasión, anunciaron el suceso – películas y panfletos, un “Encuentro para Periodistas”, y grandes “posters" proclamando “una pequeña familia es una familia feliz”. Fue convocado un “ad hoc” Grupo de Consejo de la Juventud para discutir sobre población, y se organizaron un concurso de ensayos para jóvenes y un concurso de dibujos para niños. Hubo una exhibición especial sobre “Tierra, Astronave”, y un artículo especialmente titulado “Para, en Dos”. Y en la República de Corea se lanzó una Campaña del Año Sin embarazos, en un monótono anexo.
Las estrellas del movimiento de población americanas dieron lo mejor de su producción a la conferencia y promoción de la aceptación mundial de su Plan de Proyecto, preparado muy de antemano. Publicaciones, conferencias, etc. fueron producidas entre otros por Planned Parenthood, Consejo de Población, Population Referente Bureau, - incluso las Muchachas “Scouts”. El decano de los activistas americanos, John Rockefeller III se dirigió a los delegados reunidos para recalcar que la “planificación de población” debería incorporarse en todos los planes para el desarrollo económico. Citándole, “la planificación de población” debe ser una pieza fundamental e integral de cualquier programa de desarrollo moderno, reconocido como tal por el liderazgo nacional y mantenido completamente por él”.
El “status” de estrella de Rockefeller fue reconocido por el Boletín Año de Población Mundial, que dedicó cabeceras de primera plana a su discurso:
“Si alguien otro lo hubiera dicho, habría sido un discurso bastante ordinario. Pero “él es un cabecilla de la opinión de población…” “El” es John Rockefeller III, y el orador fue uno de su audiencia en la Tribuna de Población en Bucarest…

Aunque la conferencia, después de un debate frecuentemente mordaz borró toda mención a los “objetivos” mundiales del Plan de Proyecto antinatalista, el “Plan de Acción de Población Mundial”, que se aprobó finalmente, tuvo algo para todos. Dejó la política de población a la discreción de los gobiernos nacionales, que pudieran querer “afectar la fertilidad” mientras, simultáneamente, los gobiernos tenían que “respetar… el derecho de las personas para determinar… el número y espaciado de sus hijos”. El plan no hizo ningún esfuerzo para resolver las paradójicas recomendaciones.
Uno de los más interesantes resultados de l conferencia fue la luz arrojada sobre la profunda diferencia entre el entusiasmo de la delegación U.S.A. por el control gubernamental de fertilidad y el resentimiento que ello engendró en los otros países. El Consejo de Población creado por Rockefeller culpó de ello a un fallo en el planteamiento de la presentación. “Los organizadores… no anticiparon los problemas políticos… Ellos consultaron a los expertos científicos y técnicos en la preparación del Plan de Proyecto, pero fallaban… en identificar posibles fuentes de controversia política”.
Sin embargo, la Conferencia de Bucarest no fue en modo alguno un revés para los antinatalistas, ya que puso su ideología de población en ámbito internacional. Y produjo un Plan de Acción Mundial, dedicado a la “mejora de la calidad de vida”, que se tradujo en imponer a los países varios métodos de reducción del crecimiento de población – poniendo a trabajar más mujeres, ajustando la edad legal del matrimonio, y ofreciendo “esquemas de incentivos y frenos”.
De nuevo en 1984, en la Conferencia Internacional sobre Población de Méjico Capital, hubo marcadas diferencias entre la posición de los Estados Unidos y las otras delegaciones. Esta vez, sin embargo, no hubo equivocaciones en el planteamiento. Después de dos décadas de fuerte financiación pública y “retorcimiento de brazo” intergubernamental, especialmente por parte de AID (Agencia U.S.A. para Desarrollo Internacional), la red de población mundial estaba soberbiamente organizada, con “fila tras fila” de agencias gubernamentales, organizaciones de Naciones Unidas, agencias privadas soportadas públicamente, y fundaciones privadas activas en la causa del control mundial de la población. Las preparaciones anticipadas empezaron dos años y medio antes de la Conferencia. Hubo reuniones preparatorias, conferencias internacionales, informes de expertos, consultas con Planned Parenthood Internacional y otras organizaciones no gubernamentales, publicaciones, postres y una película preparada especialmente. La propia Conferencia reunió más de 1.000 funcionarios de 136 países, 367 representantes de organizaciones no gubernamentales, y 800 representantes de medios de comunicación, lo que refleja la importancia en la divulgación del mensaje de población. El acontecimiento costó más de 2 millones de dólares, sin incluir el coste de los procesos preparatorios.
Algunas semanas antes de la Conferencia hubo, sin embargo, ruidos sordos de que la delegación U.S.A. podía no representar las mismas ideas antinatalistas que en el pasado. El senador Jeremiah Denton insertó en el Informe Congresional del 18 de junio la llamada Declaración de Proyecto de la Casa Blanca, junto con dos declaraciones rivales – una preparada por la agencia AID; otra del Departamento de Estado – y una crítica a la declaración de la Casa Blanca por el Instituto Alan Guttmacher, brazo de “investigación” de Planned Parenthood. Aunque prometiendo continuado soporte para los programas de población en el exterior, el proyecto de la Casa Blanca tenía declaraciones que seguramente erizaron los pelos de la red de población: decía “el crecimiento de población es… un fenómeno neutral… no necesariamente bueno o malo… Más gente no necesariamente significa menor crecimiento”. Y decía que ha habido una “sobre-reacción por algunos” al hecho del crecimiento de población. Añadiendo trauma a la herida, declaró que “el control gubernamental de la economía” había “perjudicado” o incluso “paralizado” el crecimiento económico, y censuraba “la fijación de precios por el gobierno” y “los impuestos confiscados” por destruir los incentivos de la producción y crecimiento; “la agricultura fue devastada” y la creación de trabajo en la industria fue “obstaculizada” por esas políticas de principios erróneos. Además, demasiados gobiernos siguen medidas de control de población… mejor que sanas políticas económicas que crean el aumento de estándares de vida históricamente asociados con “declinaciones de la fertilidad…” Y si esto no fuera suficiente, denuncio el aborto y decía que los fondos U.S.A. no se deberían usar para él, o para involuntaria esterilización, o para actividades de población que impliquen coacción.
La respuesta fue inmediata y furiosa. Anteriores senadores y activistas de población desde tiempo, Robert Taft Jr. Y Joseph Tydings emitieron una declaración formal diciendo que el proyecto de la Casa Blanca “representa un giro de 180 grados… de la política de población U.S.A. desarrollada durante un período de 20 años” y era “un potencial desconcierto político extraño de serias proporciones”. Ellos estaban particularmente airados por las declaraciones antiaborto. El New York Times denunció la “ignorante nueva política sobre control de población” de la administración. Los Ángeles Times se sumó a la crítica y calificó la nueva política de “cruzada irresponsable”. El Comité de Crisis de Población pronosticó que ello “paralizaría los esfuerzos de asistencia U.S.A.”; el Subcomité del Censo y Población de la Cámara mantuvieron sesiones; las delegaciones representantes de los conflictivos puntos de vista cayeron sobre la Casa Blanca, y Evans y Novak informaron que Richard Benedick, coordinador del Departamento de Estado de los asuntos de población, se apiñó con las delegaciones antinatalistas.
Al fin, no obstante, la declaración de la Casa Blanca, con sólo ligeras modificaciones fue a México Capital. El anterior Senador James Buckley, conocido por simpatizar con los sentimientos de la declaración, encabezó la delegación U.S.A., que fue compuesta predominantemente por personas de ideas afines a las de Buckley. Aumentó la indignación: Mr Benedick, no elegido como delgado, pidió y le fue aceptada la dimisión; seis enojados congresistas antinatalistas decidieron esperar la Conferencia para contradecir el mensaje oficial U.S.A.; A. W. Clausen, entonces director del Banco Mundial, formuló un apasionado aviso de que le crecimiento de población podría “hundir los países en el caos”, Robert McNamara, anterior director del Banco Mundial, predijo que los Estados Unidos “quedarían en ridídculo en la Conferencia”; Werner Fornos, del Instituto de Población, la llamó “retórica que choca con la ley U.S.A. y que el Congreso no mantendrá”; el Washington Post especuló que Planned Parenthood Internacional podría perder hasta 12 millones de dólares de soporte U.S.A. como resultado de la prohibición de los fondos de aborto, y los delegados de la Unión Soviética, Reino Unido, Australia, y China, criticaron la declaración U.S.A.
La furia por parte de los planificadores de población y agencias receptoras del dinero U.S.A. para control de población no se apaciguó aun cuando Mr Buckley aseguró que el soporte U.S.A. para los programas de población exteriores continuaría y aumentaría. Sharon Camp, del Comité de Crisis de Población, llamó a la postura U.S.A. “embrujo demográfico”.
Pero, hay que anotarlo, los delegados a la Conferencia no se rieron de los Estados Unidos. En efecto, ellos votaron urgir a los gobiernos a “acometer las etapas adecuadas para ayudar a las mujeres a evitar el aborto”. Incluso fueron más lejos hasta recomendar que los países “alienten… dondequiera que sea adecuado, iniciativas empresariales”, aunque al final de una larga lista de estrategias de desarrollo que los planificadores gubernamentales podían emplear. Sin embargo, los Estados Unidos no tuvieron éxito en conseguir que la conferencia reconociera que los errores de planificación gubernamentales podían ser la raíz de algunos problemas más bien que la “sobrepoblación”. Como James Buckley escribió más tarde: “Para haber tenido éxito hubiera hecho falta que un significativo número de delegaciones reconociera la responsabilidad de sus propios gobiernos de mucha de la miseria experimentada por sus pueblos”. Una vez de nuevo. La importancia de la sobrepoblación como pretexto de los errores de planificación gubernamental salta a la vista.
La Conferencia afirmó también, “el básico derecho humano de todas las parejas e individuos para decidir libremente y responsablemente el número y espaciado de sus hijos”. Los delegados de la conferencia expresaron la idea diciendo que “las parejas e individuos en el ejercicio de este derecho debían tener en cuenta las necesidades de sus vivos y futuros niños y sus responsabilidades hacia la comunidad”, que “los gobiernos… deberían hacer universalmente disponibles… todos los métodos de planificación familiar adecuados y médicamente aprobados, que los gobiernos deberían usar “incentivos y frenos” para conseguir los objetivos de población pero que éstos no deberían ser “coactivos” o “discriminatorios”, y que los gobiernos deberían asegurar que todos los adolescentes reciban educación sexual.
Así, como antes, hubo algo para todos en las recomendaciones finales. Además, el Popline del Instituto de Población informó con satisfacción que Rafael Salas, jefe del Fondo de N.U. para Actividades de Población, había pedido, para estabilización de la población global, niveles de fertilidad no mayores de 2,1 niños por mujer “dentro del período más corto posible antes de finalizar el siglo”. La conferencia no fue más lejos oficialmente, aunque fue clara la hipótesis latente en la mayoría de sus recomendaciones, como lo fue la declaración de 1974: el crecimiento de población es malo.
Junto a la delegación U.S.A. con su iconoclasta declaración, hubo en la conferencia algunos otros pocos disidentes de la dominante ideología antinatalista. El bien conocido demógrafo economista Julian Simon asistió particularmente, pero cuando algunos grupos intentaron distribuir sus artículos mostrando que el crecimiento de población no reducía los recursos, los directores de la conferencia lo prohibieron. Algunas naciones – incluidas Kuwait, Costa Rica, Bolivia, Bhutan, Chile, Irán, República Centro Africana, Liga de Naciones Árabes, y otras – vieron el crecimiento de población como bueno y necesario para el desarrollo de la economía. Y millares de mujeres se manifestaron contra el aborto fuera de las salas de la conferencia.
La impresión dejada por México Capital fue la de un movimiento mundial poderoso, mejor financiado que nunca y llamando la atención de gobernantes y pueblo, haciendo y absorbiendo retos sin importancia para su supremacía. En tanto que continúen sus ingresos, especialmente los del principal donante, los Estados Unidos, no hay necesidad de preocuparse.
Desde la II Guerra Mundial han brotado numerosas organizaciones dedicadas a limitar la población. Las transfusiones de dinero del gobierno de los Estados Unidos para servicios e investigación del control de nacimientos bombea la sangre de vida de la red mundial. No saciadas, las multiplicadas agencias de población “privadas, sin beneficios” estimulan y suplican, sumergen al Congreso, a los medios de comunicación, y al público en estadísticas en los momentos políticamente estratégicos.

  ©Template by Dicas Blogger.