10.1. Progreso, eugenesia y selección de la especie

Cuando en 1900 la firma de Krupps patrocinó una competición con premio de ensayos sobre el Darwinismo Social, los eruditos participaron en una profusión de opiniones sobre el descubrimiento científico del siglo XIX y sus implicaciones para organizar la sociedad. Basando sus ideas en las teorías de Darwin, Spencer, Sumner, Galton, Pearson, y otros, ellos postularon que el progreso era el tema central de la historia.
Esta visión mantiene que el hombre y la sociedad están continuamente evolucionando hacia un mejor futuro por un proceso natural que, sin embargo, requiere óptimas condiciones para operar beneficiosamente. El problema con el Estado moderno, concuerdan los pensadores, es que él cuelga de ideas anticuadas que dan prelación a los derechos innatos del individuo sobre su utilidad ala sociedad. A menos que la sociedad haya de ser cargada sin esperanzas, incluso tullida, cuidando del pobre, ella debe deshacerse de los socialmente ineptos, reimponer el equivalente del proceso de selección natural, y asegurar que su “producto biológico” es mejorado, no degradado por su legislación social” Helmut Krausnick. Social Darwinism”, 1968

Thomas Malthus

El siglo XIX ha presenciado una revolución en pensamiento social y científico, con las inevitables repercusiones en el concepto de población. Thomas Robert Malthus (1766-1834) primero sacó el tema a colación con su noción de que el tamaño de población debe presionar contra los límites de suministro de alimentos debido a los hábitos reproductores de las “clases más bajas de la sociedad”. Pero Malthus se paró bien bruscamente ante la noción de que el gobierno debiera adoptar una política antinatalista “dejar cada hombre a su propia elección y responsable sólo ante Dios por el mal que hace en cada asunto; esto es todo por lo que lucho, no quisiera en modo alguno hacer más…” El creía que negando al pobre toda caridad pública o privada, experimentaría completamente tanto los costes como los beneficios de sus decisiones reproductivas y conformaría su matrimonio y nacimiento de hijos a su capacidad de ganancia. Antes de terminar su vida, Malthus modificó sus opiniones, pero lo que ha perdurado es la influencia de su trabajo anterior, especialmente su temor del excesivo crecimiento de población.

Charles Darwin

Charles Darwin (1809-1882) reconoció que había sido inspirado por Malthus en su propio estudio de la “lucha por la existencia” y el proceso por el cual “las variaciones favorables… tienden a conservarse y las desfavorables a destruirse”. Pero él no aplicó sus teorías biológicas a la vida política y social del hombre, y pareció no comprender a aquellos que sí lo hicieron. Escribió a uno de los darwinistas sociales alemanes que no se le había ocurrido a él que sus teorías biológicas fueran aplicables a asuntos sociales. Otros sin embargo procedieron a encontrar en las teorías de Darwin lo que ellos estaban dispuestos a encontrar, a menudo con resultados aparentemente contradictorios. No sólo le admiraron los partidarios de la competencia de los negocios libres sino también Marx, que propuso dedicar a Darwin la traducción inglesa de su libro “Das capital”. (Darwin rehusó el honor). Himmelfarb sugirió que lo que estos diversos admiradores tenían en común era una afinidad por la idea de lucha, no moderada por las estructuras de la ética y religión tradicionales, hacia el progreso humano. Esta aparente justificación de quitarse de encima las limitaciones religiosas y éticas honradas por el tiempo ha atraído a muchos – no sólo ambiciosos magnates de los negocios, sino socialistas revolucionarios, científicos anhelantes de más libertad en la experimentación, y variados planificadores sociales.

Herbert Spencer

Correspondió a Herbert Spencer (1820-1903) acuñar la frase “supervivencia del más apto” y, en su Estático Social, describir el proceso de competición por el que ocurre el desarrollo óptimo en los sistemas sociales. Los beneficios derivados del proceso competitivo – es decir, eliminación del incapaz – le llevó a oponerse a cualquier intervención del gobierno que pudiera frustrar el proceso. Spencer y sus ideas inspiraron grandemente a los magnates de negocios de su tiempo, como John Rockefeller, Sr.

William Gram. Sumner

William Gram. Sumner (1840-1910), autor de Folkways y otros trabajos, tuvo ideas similares a las de Spencer en relación a los beneficios de la competición. Ambos hombres ilustraron la desviación radical del darwinismo Social del concepto de competición de Adam Smith. Smith mantenía que la competición es buena porque lleva a los hombres a servir uno a otro, no importa su intención; mientras que Spencer y Summer consideran la competición buena porque elimina al “incapaz”, y con toda la intención. La teoría darvinista social fue abrazada por los nacientes monopolios de negocios privados que querían evitar la reglamentación gubernamental, aunque no sus subsidios. La visión de Smith fue menos benigna hacia los grandes negocios, más especialmente hacia el maridaje de gran gobierno y gran negocio, comprendiendo que las grandes combinaciones de poder público y privado ponían una amenaza al interés social.
Para la teoría de los darvinistas sociales fue crucial su visión de los seres humanos individuales – no como criaturas de innato valor y dignidad, independiente de su condición terrena, sino como factores en una escala de valor social. Sin dudas ni turbaciones, los Darvinistas Sociales determinaron la propia escala y se encargaron de medir a otros hombres por ella. No de forma sorprendente, los que compartían los atributos sociales y económicos de los líderes del movimiento se consideraban en lo más alto.

Francis Galton

La idea de la selección natural alentó el estudio de las leyes hereditarias y de probabilidad estadística que gobernaron el movimiento. El estadístico Francis Galton (1822-1911) fue fundador de los estudios de eugenesia, o “buen nacimiento”. Como Chase relata en su monumental historia del racismo científico, Galton confió en su investigación para dar a las “razas o tendencias de sangre más adecuadas una mejor oportunidad de prevalecer rápidamente sobre las menos adecuadas”. El creía que los negros eran genéticamente inferiores, que los judíos eran “parásitos”, y que la pobreza se transmitía en los genes.

Karl Pearson
Kart Pearson (1857-1936), otro estadista y discípulo de Galton, discutió “la esterilización de aquellas secciones de la comunidad de pequeño valor cívico…”.
La noción de que el proceso se alcanza por el proceso eugénico de eliminar al incapaz se afianzó prontamente y, en 1907 como relata Chase, Indiana promulgó la primera ley del mundo de esterilización obligatoria, apuntada a “criminales confirmados, idiotas, violadores e imbéciles”. Le siguieron treinta Estados y Puerto Rico, redactando mucho a partir de una Ley Eugénica Modelo escrita por Harry Laughlin, y que ha sido acusada de inspirar las leyes nazis de esterilización obligatoria.
En 1912 se tuvo en la Universidad de Londres el Primer Congreso Internacional de Eugenesia. Sus vicepresidentes incluían a Winston Churchill, Charles Eliot (presidente emérito de Harvard), David Starr Jordan (presidente de la Universidad de Standford), y otros personajes notables. Su objetivo: la prevención de la propagación de la incapacidad”.
En 1921 y 1932 se tuvieron congresos subsiguientes, de nuevo atrayendo muchas luminarias del tiempo. El tercer congreso, en 1932, presentó una petición de esterilización de 14 millones de americanos con bajas calificaciones de pruebas de inteligencia.

Margaret Sanger

Una de las más enérgicas y entusiastas eugenistas de la época fue Margaret Sanger (1883-1996), fundadora de Planned Parenthood. Llamada, según dicen, H.G. Wells “la mujer más grande del mundo”, Sanger se impregnó profundamente de las ideas imperantes de la importancia de “un buen nacimiento”. Temprana en su carrera de extender la información del control de nacimientos y servicios afines a los pobres, Sanger terminó diciendo que la mayor desventaja de ellos era su herencia biológica, como indica Drogan en su cuidada biografía.
En 1919 Sanger escribió en su revista, Revista de Control de Nacimientos, “Más hijos de los capaces, menos de los incapaces – es la principal consigna del control de nacimientos”. En 1922 ella apuntó a su blanco – el cuidado de maternidad gratis para los pobres, obliga “a las secciones más normales y sanas del mundo a cargar con… la irreflexiva e indiscriminada fecundidad de los demás; lo que lleva consigo… un peso muerto de desechos humanos…”. El presente prejuicio de Planned Parenthood contra la ayuda a las madres adolescentes y su preferencia por los abortos y contraceptivos es sumisa a las tradiciones.
En posteriores declaraciones Mrs. Sanger aclaró su punto con rigor. En 1932 su Revista de Control de Nacimientos expuso su requerimiento de “una severa y rígida política de esterilización y segregación” de aquellas personas “ya manchadas por su herencia”. A Tales personas, afirmaba ella, deberían ofrecerse pensiones en correspondencia a su consentimiento a ser esterilizadas, pero si la rechazan, deben ser segregadas de la población general para que su “mancha” hereditaria no infecte a futuras generaciones. Los afectados serían relegados, de por vida, a señaladas granjas y haciendas “donde serían enseñados a trabajar bajo instructores competentes”, y a este exilio sentenció “quince o veinte millones de nuestra población.
En 1933 su Revista de Control de Nacimientos ahondó profundamente en la esterilización eugénica. En un destacado artículo, “Esterilización Eugénica: Una Necesidad Urgente”, el profesor Dr. Ernst Rudin, miembro del Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología, Genética Humana y Eugenesia, pidió una enorme acción para “evitar la multiplicación de malos “stocks” e incrementar el índice de nacimientos de la población media sana”.
La propia Sanger concibió la justificación coste-beneficio del selectivo control de nacimientos que ha sido promulgado por Planned Parenthood. Ella incitó a sus discípulos a “pedir al gobierno… reducir la carga de los insanos y débiles mentales de sus espaldas. Para éstos, la solución es la esterilización”. Y ella censuró el proceso democrático, en que “un voto de un subnormal es tan bueno como el de un genio”, y “los fondos que deberían usarse para aumentar el estándar de nuestra civilización se distraen para mantenimiento de los que no deberían haber nacido”.

Clarence Gamble

Sanger compartió sus ideas con Clarence Gamble, otra temprana líder del movimiento de control de población y fundadora de la influyente Fundación Pathfinder, y le comunicó su plan para persuadir a los negros americanos que practicasen el control de nacimientos. Su estrategia fue usar ministros negros “con personalidades comprometidas” para encabezar el movimiento y así neutralizar la oposición negra.
Sanger fue una amiga íntima del gran sexologista Havelock Ellis, a quien se atribuye convertirla de su original énfasis sobre la cantidad, en sus trabajos de control de nacimientos, a la eugenesia. Sanger fue una de las personas más influyentes de su época, y contó entre sus amigos y asociados a muchos de los más ricos y poderosos de la era. En 1916 ella organizó la primera clínica de control de nacimientos bajo los auspicios de la Liga Nacional de Control de Nacimientos, y en 1921 fundó la Liga Americana de Control de Nacimientos, que en 1939 llegó a ser la Federación de Control de Nacimientos, padre de la actual Planned Parenthood.

Guy Irving Burch

Durante la II Guerra Mundial y algunos años después, amainó el furor control de nacimientos-eugenesia en los Países Aliados en respuesta al paño mortuorio que los experimentos nazis en racismo científico habían echado sobre los chapoteos eugenésicos – los intentos para mejorar el producto biológico. Pero las voces no se callaron completamente. En 1945, por ejemplo, el eugenista Guy Irving Burch, fundador de la Population Referente Bureau, publicó un libro, Rutas de Población para la Paz o la Guerra, que presentó como una guía para las negociaciones de paz. El libro aconsejó la esterilización obligatoria de “todas las personas que son inadecuadas, bien biológica o socialmente” y pidió a los negociadores de paz “recomendar” tales leyes para todas las naciones”, sin “insistir” sobre ellas en los países conquistados. Burch advirtió que, a menos que se promulguen tales leyes, se originarán desastres sin fin y la nueva paz será “tan transitoria como los resultados del Tratado de Versalles”.
Burch y sus compatriotas trabajaron durante toda la década de los años cincuenta, reagrupando, poniendo nombres nuevos a sus organizaciones, formando otras nuevas y, sobre todo, excavando en los consejos de poder. A principios de la década de los 60 el movimiento volvió a reflotar como una Campaña para Comprobar la Explosión de Población y, haciendo sonar la alarma de la considerada “bomba de población”, capturó la imaginación de los medios masivos de comunicación.

Hugo Moore

El empleo a fondo del temor de la bomba, de acuerdo con los historiadores del movimiento, fue en gran parte obra de un hombre. Elizabeth Moore y Lawrence Lader relatan que Hugo Moore de la fortuna Dixie Cup fue persuadido de la amenaza de población por un libro de 1948 de William Vogt, antiguo funcionario de Planned Parenthood. Desde entonces Moore dedicó mucha parte de su fortuna y energías a divulgar la “bomba” y a reclutar apoyo. En 1954 él remitió su planfleto “La Bomba de población” a un millar de jefes de negocios y de profesiones y, subsiguientemente, a otros mil quinientos, y dio a Paul Ehrlich el permiso de usar el título para su libro de 1968.
Como presidente del Population Referente Bureau, Moore trabajó para comprometer al gobierno federal a extender el control de población. Su amistad con el General William Draper Jr., de su misma opinión, dio su fruto en 1958 cuando el presidente Eisenhower nombró a Draper presidente del comité para investigar el impacto de la ayuda exterior en el crecimiento económico de los países extranjeros. Draper se ocupó de que los materiales sobre población de Moore, publicados por el Population Referente Bureau y la Hugo Moore Fund, inundaran al comité, que respondió emitiendo el Informe Draper 1959, “primer informe oficial del gobierno para tomar una posición sobre control de nacimientos”.
En 1960 Moore empezó la Campaña de Emergencia de Población Mundial, que levantó enormes sumas de dinero y que se fusionó con la Federación Internacional Planned Parenthood en 1961, para formar Planed Parenthood World Population.
En 1961 la Fundación Hugo Moore empezó su campaña de anuncios a toda plana en el New York Times, el Washington Post, el Wall Street Journal y la revista Time. Manadas de personalidades importantes formaron los anuncios – Thurman Arnold, Frank Abrams, Joseph Word Krutch, Reinhold Niebuhr, Mark Van Doren, Jonas Salk, los propios Draper y Moore, y muchas otras. Moore sirvió como presidente de la Asociación de Esterilización Voluntaria y fundó el Comité de Crisis de Población, reclutando a los ricos, poderosos, y ambiciosos de la Antecámara de Washington. Fue infatigable. Creó la Campaña para comprobar la explosión de población para implicar gente en relaciones públicas y publicidad y, en 1970, reunió toda la fuerza de su capacidad para crear el “Día de la Tierra” (Herat Day), distribuyendo unos 300.000 prospectos sobre su bomba de la población a los participantes, y una cinta gratis, de Paul Ehrlich y el ambientalista David Broker, a las estaciones de radio. Los periódicos de los Colegios circularon sus “comics” gratis, y sus anuncios de periódico; proclamó que la polución era producida principalmente por demasiada gente.
Pero cuando en 1970 Hugh Moore capturó la fantasía de los jóvenes amantes de la naturaleza en el Día de la Tierra con su slogan de que la gente poluciona, él y su banda habían ya conquistado al gobierno U.S.A. Antes, a la mitad de los años 60, en respuesta a fuertes presiones, el Congreso había votado proporcionar servicios de control de nacimientos tanto en la nación como en el exterior. En su mensaje de 1966 sobre salud y educación, el Presidente Jonson declaró que “es esencial que todas las familias tengan acceso a la información y a los servicios que permitan la libertad de elegir el número y espaciado de sus hijos dentro de los dictados de conciencia individual”.
En el año anterior, como parte de la Guerra a la Pobreza, la Oficina de Oportunidad Económica había empezado a asignar subvenciones de planificación familiar a agencias de acción de la comunidad. En 1967 el Congreso enmendó el Acta de Seguridad Social para proporcionar fondos para planificación de familia en programas de salud maternal y del niño. El Título V, el Título XIX y el Título XX del Acta llegaron a ser los principales vehículos para los fondos federales de planificación familiar. El mismo año el Congreso enmendó el Acta de Asistencia Exterior para financiar programas de planificación familiar y de población en países que percibían ayuda exterior U.S.A. El Título X del Acta fue el vehículo apropiado para ello.
Llegó la “apisonadora”. En 1968 el Presidente Jonson nombró un Comité sobre Población y Planificación Familiar y, como se esperaba, recomendó adicionales dosis de gastos en la nación y exterior para control de nacimientos y un programa público importante de investigación biomédica y comportamiento para preparar los bocetos del control de nacimientos.

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